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SIR ROGER BANNISTER: ALGO MÁS QUE UN ATLETA

"EL HOMBRE QUE SE PUEDE IMPULSAR CUANDO EL ESFUERZO SE VUELVE DOLOROSO ES EL HOMBRE QUE VA A GANAR " (Roger Bannister, primer atleta en bajar de los 4 minutos en la milla)

Llevo muchas cosas mal de esta sociedad del siglo XXI y entre ellas esa cantidad de "famosillos" idolatrados gracias a los medios de comunicación y a las redes sociales. Tertulianos, politiquillos de tres al cuarto, youtubers, "influencers", futbolistas que le dan una patada derecha a un balón y ya se creen los reyes del mundo, cantantes nacidos de los arreglos de los estudios..... Tienen miles de seguidores,son admirados, parece que sientan cátedra.

Y hombres y mujeres con una historia detrás que verdaderamente vale la pena y que tendría que ser difundida no solo en los medios, sino en las propias escuelas, pasan inadvertidas.

Una de ellas la protagoniza un atleta y neurólogo británico que falleció el pasado sábado: el inglés Roger Bannister, (Harrow, Londres, 23 de marzo de 1929-Oxford, 3 de marzo de 2018)al que le otorgaron el título de Sir. Hijo de una familia adinerada sin embargo ingresó en Oxford para estudiar medicina a través de una beca lograda por sus condiciones atléticas. En 1950 ya fue bronce en unos Europeos y en los JJOO de Helsinki se quedó a las puertas de una medalla siendo cuarto en los 1500. Pero su hazaña más importante y por la que es más conocido la realizó el 6 de mayo de 1954 en el transcurso de un encuentro atlético que tuvo lugar en las pistas de Iffley Road en Oxford. Como era costumbre, pasó la mañana haciendo sus prácticas en el hospital de Saint Mary; después, cogió el tren desde Londres hasta Oxford para disputar un encuentro atlético en el que participarían una amplia nómina de atletas británicos (Chris Chataway, Chris Brasher, Alan Gordon, George Dole..). Viajó sólo, en segunda clase, algo impensable hoy en día para una estrella del deporte.

Bannister iba a atacar una de las grandes fronteras del atletismo (“el muro”, lo llamaban algunos). “La milla en cuatro minutos se había convertido en una especie de Everest. Era un desafío al espíritu humano, un obstáculo que parecía mofarse de todos cuantos intentaban vencerlo, un llamamiento punzante contra el que el hombre luchaba en vano”, escribiría años después el propio Bannister en su autobiografía First Four Minutes (Los primeros cuatro minutos). Incluso la comunidad médica decía que podía producirse un colapso cardiaco y pulmonar que haría peligrar al atleta.

En una época muy alejada del actual profesionalismo, la pista elegida también distaba mucho de los escenarios sobre los que se logran hoy en día las grandes marcas. La pista de Iffley Road era de ceniza y apenas una modesta tribuna de madera se levantaba junto a la recta principal. Pero la expectación era tan grande que unos 3.000 espectadores se agolparon alrededor de la misma para presenciar la prueba, que fue retransmitida por la cadena de radio de la BBC, con el antiguo campeón olímpico de los 100 metros Harold Abrahams como comentarista (quien se hiciera famoso por cierto con la película “Carros de fuego”)

Todos los participantes en esa carrera llevaron dorsales de dos cifras que empezaban por 4 (en alusión a los cuatro minutos que se pretendían rebajar); Bannister llevaba el 41. Para ayudarle a conseguir su objetivo contaría con la colaboración de Brasher y Chataway, quienes le harían de liebres. Los dos atletas londinenses llevaron la carrera a un ritmo vivo, pero Bannister parecía inquieto, deseoso aún de una mayor rapidez. A falta de 400 metros para el final el tiempo era bueno (3:00.07) pero no lo suficiente para lograr la marca deseada. Tendría que cubrir la última vuelta en menos de un minuto. Fueron 400 metros agónicos, en dura lucha contra el viento y la fatiga, que se reflejaba en su rostro crispado, la boca abierta, los ojos cerrados... En la tribuna y alrededores del viejo estadio el público animaba con entusiasmo. Cuando Bannister rompió la cinta de llegada el crono marcó… ¡3:59.4!, lo que suponía rebajar en dos segundos el anterior récord mundial (4:01.4), en poder del sueco Gunder Hägg desde 1945. La noticia llegó incluso a paralizar la actividad del parlamento inglés.

El joven estudiante de medicina había conseguido derrotar al “muro”; había logrado lo que durante medio siglo se le había resistido a los grandes especialistas del medio fondo. Por eso, algunos bautizaron aquella carrera como "la milla milagro" (miracle mile)
Luego ganó un Europeo en el 1500 , su record fue efímero y hubo varios atletas que lo batieron. Pero él había sido el primero. A finales de 1954, con tan sólo 25 años de edad, decide retirarse del atletismo para centrarse en la medicina, actividad en la que llegaría a ser un prestigioso neurólogo.

No está mal su historia en donde se endiosan a gente sin ningún mérito. Bannister fue un gran atleta y un prestigioso neurólogo. Deporte y ciencia unidos en un ser prodigioso. ¿y no deberían ser gente como él nuestros verdaderos referentes?
…y queda su frase que encabeza este artículo. Para releerla y pensar sobre ella.
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